Entre la viveza y la estupidez
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Cuando las cosas comienzan mal, continúan mal. ¿Cómo puede ser que el error cometido hace 40 años no se haya tomado como experiencia para no volver a cometerlo hoy? Ya había pasado en 1968, cuando fui campeón con Vélez. La AFA tendría que haber aprovechado esta ocasión para cambiar el sorteo por algo más lógico. Que el que gane el primer partido, no juegue el segundo, y se terminó. Atención: no me vengan con que el que gana el primero descansa y lo agarra cansado al que juega segundo, porque esto se define simplemente con la diferencia de gol de todos los que terminan primeros. Gana el que tiene más a favor y menos en contra, más victorias, menos derrotas, la mar en coche y a otra cosa. Pero como el sistema de definición ya es cosa juzgada, mejor pasemos a otra cosa y tratemos de analizar qué pasó el miércoles en cancha de Vélez.
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